OH.. LA
COMUNIDAD
(Diac.Prof.Milton
Iglesias)
Hay mucha
gente que pretende que la Iglesia se reforme, y lo quieren todo de apuro. Pero
la Iglesia es un conjunto universal de millones de seres humanos, y no es fácil
hacer ajustes que a todos conformen y a los que todos se adapten de inmediato.
En cambio es
más factible lograr ajustes de ritmo
en las llamadas Pequeñas
Comunidades, en los Grupos, donde el
diálogo profundo y permanente, unido a la oración y la vida sacramental
permiten no sólo la corrección fraterna entre sus integrantes, sino la
adaptación a ritmos menos cansinos que los que pueda llevar el conjunto
universal.
Creo que no
deberíamos descuidar la formación de Pequeñas Comunidades en nuestras Parroquias,
en nuestras comunidades más grandes. Es
más fácil captar a los jóvenes para estas integraciones, les resultarán más
atractivas. Ellos vienen cargados de
energía y como que nos empujan a movernos con mayor celeridad.
Estas
Pequeñas Comunidades nos ayudan a revisar como anda nuestra vida en relación
con nuestra Fe, en coherencia con el Evangelio. ¿ Recuerdan lo que se decía de
los primeros cristianos? : Miren como se
aman.
¿ puede
decirse lo mismo hoy de todos los que vamos a una Parroquia? Muchas veces ni nos conocemos, no sabemos
quien es el que se sienta a nuestro lado en la celebración eucarística. Les
damos la paz sin saber quien es, sin preguntarle si está bien o si tiene algún
problema, si necesita algo.
Hace unos
cuantos años atrás alguien proponía que las Parroquias fueran Comunidad de
Comunidades. Se quedó en proyecto.
Sin duda
cada pequeña comunidad tendrá su carisma propio, no importa, al contrario, es
una bendición que se sumen carismas en la Iglesia.
¡Que bueno
sería que todos quienes integramos la Iglesia procuremos formar pequeñas
comunidades , de fe, de oración, de reflexión, para que cada integrante de ellas en su vida civil se comprometa cuanto pueda por ser sal, fermento y levadura
en la vida social, barrial, política, sindical, es decir cumpliendo cada uno la misión que le es
propia, si es laico(a) en la transformación del mundo en más humano porque si
es más humano será más cristiano, si es clérigo
hacia adentro de la comunidad eclesial para formar, impulsar, a los
hombres y mujeres que la integran a no tener temor de “meterse” en lo mundano y
hacer por dentro su obra.
No caigamos
en la tentación de “atrapar” a los laicos y laicas para que trabajen dentro de
una Parroquia o de una Pequeña Comunidad en exclusiva, olvidando que su misión
específica es el mundo, la sociedad toda y que el Bien Común exige su
cooperación la que debería ser irrenunciable.
Recordemos
lo que nos ha enseñado nuestro Papa Francisco, salir a las periferias
existenciales, buscar a los que no están
en nuestras filas, atraerlos, ir a
buscarlos, entusiasmarlos con el mensaje del Evangelio. Predicar con el ejemplo
de vida.
De poco
sirve quedarse sentado esperando que otros vengan. Hay que llevar el mensaje de
Cristo al mundo para atraer el mundo a Cristo.
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