domingo, 15 de noviembre de 2009

EL FIN DEL MUNDO

EL FIN DEL MUNDO

Me parece que es muy conveniente dejar en claro que hay como dos “ fin del mundo”.

El primero es cuando nosotros morimos. Estamos en el mundo, vivimos en el mundo, y salimos de él. Dejamos el “tiempo” para entrar en el “no tiempo”. En la vida plena no hay tiempo-reloj.

En ese primer fin del mundo, el de cada uno de nosotros, seremos juzgados en el amor. Cada uno de acuerdo a cómo respondió al mandato de Cristo “ aménse los unos a los otros”, como respondió al mandamiento de la Ley de Dios “ amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a si mismo por amor a Dios”, seremos personalmente juzgados.

Entonces ese primer juicio es personal, intransferible.
Pero no debemos asustarnos con un Dios inflexible, duro, que está midiendo cada cosa que hacemos a fin de constatar si caemos en pecado grave para apartarnos de él, para “mandarnos al infierno”.
No nos espera con un palote de amasar para pegarnos, no lleva una cuenta corriente computarizada de nuestras faltas para hundirnos en el infierno.
No, el Dios de la creación, el Dios de los cristianos, es un Dios que es amor. Si bien es justo y a cada cual le dará lo que corresponda, no lo hará como venganza, como castigo, sino hasta el último momento nos seguirá tirando “salvavidas” para que por su infinita misericordia, compasión, ternura pueda perdonarnos.

Debe quedar claro que quien se salva o se condena es toda la persona : alma y cuerpo, pues en la resurrección tendremos un cuerpo glorioso como el cuerpo glorioso de Cristo resucitado no sujeto a las mediciones y limitaciones del cuerpo físico temporal.

Y, como todo termina, el mundo también llegará a su fin.
Todo el mundo. Todo lo creado, Todo lo que es materia.
La materia no es infinita. El sol por ejemplo por más grande, inmensamente grande que es, es un astro incandescente, y llegará el día que agote su materia y se apague, y como el sol, todo cuanto existe en el mundo, lo que es material llegará a su fin.
Por más transformaciones que sufra una materia, materia es al fin y por tanto finita, llegará el momento en que desaparezca.
Ese será – sólo Dios Padre sabe cuando- y seguramente dentro de muchísimos miles o millones de años , el fin del mundo como tal.
¿ que sucederá entonces? Vengan benditos al Reino de mi Padre a los que se salvan ( a quienes nosotros decimos van al cielo) , y vayan malditos a la gehena del infierno ( los que decimos que se condenan).

¿ que son el cielo y el infierno? No son lugares por cierto,
Son estados. Cielo o infierno podemos comenzar a experimentarlo ya en nuestras vidas. Vivir en estado de cielo, de gracia, de amor, de fidelidad a Dios, de amor al prójimo, de servicialidad, de paz, de concordia, de alegría interior, de saberse amado por Dios y por tantas personas buenas y santas, y de amar incansablemente.
Vivir en estado de infierno: apesadumbrados por los pecados, por las injusticias, por las marginaciones, por la calumnia, la carencia de afectos, las carencias de lo esencial para la vida misma.

Como dice la canción : “ cielo y tierra pasarán….” . Lo que quedará en definitiva será:

EL CIELO, vivir plenamente la vida futura en la presencia y el amor de Dios, hacernos uno con EL quien es el principio y fin de nuestra existencia. ¿ les parece poca cosa?

EL INFIERNO será la ausencia total de Dios, no poder acceder a él.

Un ejemplo muy sencillo lo podemos dar con un niño chiquito de alrededor de un año que empieza a caminar:
Si lo ponemos en una esquina de una habitación y a sus padres en la otra, inevitablemente, si sabe que es amado por sus padres, y si los ama, se dirigirá hacia ellos con sus bracitos extendidos y gritando en su idioma inicial, y la gran fiesta será cuando los pueda abrazar y se sienta abrazado por ellos.
Pongámosle una reja que lo separe de los padres y no le permita nunca llegar a ellos, veremos el sufrimiento del niño, su dolor, “ grita que es un infierno” dirán los observadores. El infierno para el nenito será no poder llegar a sus padres a quienes ama y de quienes se siente amado.

Obviamente en el episodio del niño, si no supiera que lo aman, si no amara, iría para cualquier lado vueltas y vueltas sin importarle donde llegar, y finalmente rompería en llanto por no encontrar a quien abrazar o ser abrazado.

Bueno, espero que nos sirva el ejemplo. Dios es el Padre creador que ama infinitamente a todas sus criaturas, y las espera para abrazarlas y cobijarlas para siempre.
Dios está siempre dispuesto a perdonarnos nuestras infidelidades para con él y con sus mandamientos, pero si lo amamos de verdad no lo ofenderemos, no lo despreciaremos, no dejaremos de lado sus consejos y sus guías ( mandamientos) que son mapas de ruta seguros para alcanzar la bienaventuranza eterna.

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